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ECLESIOLOGÍA EN TEILHARD DE CHARDIN


BREVES DATOS BIOGRÁFICOS DE PIERRE TEILHARD DE CHARDIN


La siguiente reseña biográfica fue extraída de Marino Bueno Laguna en su tesis Pierre Teilhard de Chardin: derivaciones filosóficas de la teoría de la evolución (2003)


Sacerdote jesuita, nace el 1 de mayo de 1881 en Sarcenat (Francia). En 1992 obtuvo la licenciatura en letras en la Universidad de Caén. En 1912 lo encontramos trabajando en Paleontología con Marcellin Boule en el museo de Paris. Participó en la primera guerra mundial como camillero; fue condecorado con la medalla militar y la legión de honor. Después de la guerra se doctoró en ciencias naturales. Divulga sus conferencias evolutivas en conferencias y escritos que suscitan polémica por lo que se retira de la cátedra del instituto católico de París donde enseñaba Geología. El 10 de abril de 1923 se embarca con destino a China. Allí permanecerá durante 23 años, interrumpidos a veces por cortos viajes a París. Participa en las excavaciones de Chu-hu Tien, donde el 24 de diciembre de 1929, se produce el descubrimiento del Sinántropo.


Realizó diversos viajes por Chalai- Nor, por Manchuria, por las provincias de Chansi y Chensi, por el este del Gobi. Visita Java. Se siente arrebatado por el entusiasmo y escribe: “parece que, en aquella época se extendía, de Java a Pekín la pululación y población de pitecántropo y Sinántropo”. La Segunda Guerra Mundial lo sorprende en China. En estos años sintetiza su pensamiento en su obra: el fenómeno humano.


Terminada la guerra vuelve a Europa. El Vaticano le prohíbe escribir sus obras. Luego le prohíben incluso dar conferencias. Viaja al África ya que le interesaban mucho los descubrimientos de Dart y Leakey. ¿Será África la cuna de la humanidad?, se preguntaba a menudo. Como escribía en algunas revistas sobre los hallazgos arqueológicos, en 1954 le llega la orden de Roma de cesar de escribir sobre cualquier materia que fuera. Un año después del 10 de abril de 1955, sucumbe en Nueva York víctima de un ataque cardiaco a los setenta y cuatro años de edad. Antes de morir dejó todas sus obras, que se han publicado en trece tomos, a su secretaria para que después de su muerte los entregara a un comité ajeno a su congregación religiosa a fin de que se publicaran



LA IGLESIA


Teilhard de Chardin no tiene en sí un tratado de eclesiología y mucho menos se especificó en ella; para este pensador el centro es y está en Cristo. Hay varios textos de este francés ricos en contenido cristológico. En el siguiente trabajo deseo presentar de forma breve y puntual del cómo entiende Chardin la Iglesia no desde estructuras jerárquicas y tampoco como comunidad creyente, sino desde Jesucristo.


En Teilhard existe una religión de tipo Crístico, dada a conocer en la tierra y en el cielo. Hay un conflicto interno del jesuita: el problema de la relación entre Dios y el Universo. Dios crea el universo constantemente, evoluciona en la historia y está presente en los acontecimientos científicos más relevantes. La humanidad es de ciento modo la Religión del Mundo, con sus creencias y orientaciones morales. El hombre es religioso por naturaleza, allí prolonga su existencia y piensa siempre en la Idea de Evolución.


Pero, este sentido de Evolución se ha opacado por falta de coherencia, hay una división, una separación fuerte: “cristiano y humano, tiene a no coincidir ya. He aquí el gran cisma que amenaza la Iglesia”[1]


N. M Wildiers en su texto Testigos del siglo XXI, Teilhard de Chardin dice que, “La resistencia actualmente encontrada por la Iglesia en su expansión no obedece, como se dice en ocasiones, a que sus dogmas sean demasiado elevados y su moral demasiado difícil. Es debida al hecho de que los hombres no reconocen ya en nosotros su ideal religioso y moral y se alejan en espera de algo mejor” (pp. 118-119)


El cristianismo está viviendo una esquizofrenia, un alejarse del interior; el relativismo eclesial, humano, político está acabando la persona humana, sus deseos de trascendencia, de penetración en las cosas de Dios.


La Iglesia se ha quedado estática, quieta, no ha querido salir de sí misma. El mundo evoluciona y Dios con él, pero la Iglesia parece la sorda y muda frente a los acontecimientos que transcurren, hace falta pasar de la cosmogénesis a la cristogénesis; ósea, de pasar la mirada al origen del universo como acción del ya, a Cristo como el originante de todo ello.



Dice Teilhard de Chardin:


Ahora bien, ¿cómo se realiza el Cielo? Primero cuantitativamente, por la agregación al Cuerpo Místico de una masa creciente de almas humanas, “hasta que se complete el número”. Pero también cualitativamente, mediante el desarrollo en el seno de la Iglesia de una perspectiva cristológicamente creciente […] Para el humanismo cristiano-fiel en esto a la más segura teología de la Encarnación no existe independencia actual ni discordancia, sino subordinación coherente entre la génesis de la Humanidad en el Mundo y la génesis de Cristo, mediante su Iglesia, en la Humanidad. (El porvenir del hombre, p. 12)


Para entender el concepto de Iglesia hay que ir subiendo de nivel: todo comienza desde el mundo inorgánico, que tiene su manifestación en la vida y el hombre; sigue la cosmogénesis, la biogénesis, pasando por la noogénesis (aparición del hombre), para terminar en el centro de Todo que es la Cristogénesis… Es un proceso que no se puede ignorar de Teilhard, ya que es la base para entender la Iglesia desde su centro que es el mismo Cristo.


Claramente se vislumbra que la eclesiología tiene su salida, se resuelve y llega a la cristología, y aun más que eso: a una cristogénesis, ósea ver a Cristo actuando en la misma historia, como el logos que ha existido desde siempre (parafraseando un poco el prologo de Juan).


En el fenómeno humano, hay una narración de lo que es el mismo cristianismo:

El Cristianismo aparece ante aquellos que no lo conocen más que desde el exterior, coma desesperadamente denso. En realidad, y considerado en sus líneas maestras, contiene una solución del Mundo extremadamente simple y sorprendentemente atrevida. En el centro, y de tal manera aparente que llega incluso a desconcertar, la afirmación intransigente de un Dios personal: Dios-Providencia, que conduce el Universo con solicitud, y Dios-Revelación, que se comunica al Hombre dentro del plan y por las vías de la inteligencia. (pp. 194-195)


La Iglesia, el cristianismo en si se entiende en un sentido totalmente comunitario, Dios no es para unos cuantos, es para todos. La Iglesia se tiene que entender más que como una simple reguladora moral o algo jurídico. Ella se debe determinar en una familia, que tiene un lugar preciso de comienzo, es una operación biológica: La encarnación redentora. Allí está el misterio de la misma Iglesia, su fundación por medio de una unión orgánica, que emerge de materia y forma, la cual evoluciona con el paso del tiempo, buscando la unidad perfecta de cada elemento que encuentra su consumación en todo el universo que está en las leyes de la unión: Dios. Él es el punto Omega.



Smulders, S. J., Pierre. Cita una carta de Teilhard:


El cristianismo […], al proporcionar una expresión precisa y extraordinariamente viviente del polo superior de cosmogénesis postulado por la ciencia (es decir, en la medida en que armoniza la evolución) se presenta como la forma de religión más extrañamente adaptada para hacerse la religión de la evolución, que sola puede sobrevivir en la Humanidad del mañana[2] (p.154)


Teilhard nunca deseo romper con la fe cristiana del momento o la tradicional, y añade una verdad que la Iglesia desde hace buen tiempo venía trabajando: el sentido de la evolución, de las trasformaciones en el trascurrir histórico de la humanidad; Cristo es ante todo la primacía sobre toda la creación. Hay un deseo en este sacerdote francés de mejorar no solo el descubrimiento del mundo, sino del mismo Dios en el mundo, como “la evolución, ascensión hacia el hombre, luego la unión de amor con los semejantes, y finalmente l la unión común con un Dios personal, preexistente y trascendente” (Smulders, S. J., Pierre, p. 155)


Teilhard de Chardin en su texto el corazón de la materia (1950) realiza una descripción de la Zarza ardiente, en ella descubre que el corazón de la materia es el mundo, el cual es el corazón de un Dios[3]. Aquí hay una convergencia entre Lo Cósmico, como la llamada a la materia del mismo Universo en el proceso Evolutivo; y, Lo Humano, que es la realidad misma del ser que tiende su fin a Cristo como Centro, al mismo corazón de Dios, del Cristo Universal, de la Iglesia y de lo divino. Esto nunca se puede ver desde el sentido de la dualidad, sino desde la unidad.


En Lo Crístico (1955) vemos que hay una armonización del Universo como tal, todo sale y vuelve a Cristo, porque hay una Cristificación de la misma realidad del Universo, con un sentido escatológico de purificación y consumación por medio del medio Divino. En Cristo existe la Iglesia, de él vive y se sostiene: si hay una Cristificación del Universo significa que la Iglesia está allí en ese proceso purgante.


La proposición VI del porvenir del hombre, Teilhard de Chardin habla del origen mismo de la vida social (eclesial del hombre), donde la Iglesia no es un fenómeno más, sino que es el mismo núcleo de la vida de las personas. La Iglesia es un súper organismo místico, complementado de la gracia y la caridad, allí existe y se manifiesta El Uno, con dos realidades en búsqueda de armonía: Cristo y Hombre. Esta unidad se logra en el campo de la Iglesia, que emprende la búsqueda de implantar una Cosmo-Cristo-Génesis. Cristo es el primero que se reviste de Universo, que evoluciona, que no se queda estático, que crea constantemente, él es el centro de la misma Iglesia


En el texto La activación de la energía en el capítulo del Bosquejo de una dialéctica del espíritu, en el cuarto tiempo habla de la Iglesia viva y el Cristo-Omega. Aquí Teilhard hace la afirmación más clara de lo que entiende por Iglesia:


La Iglesia nace de la adhesión realizada en el medio divino por medio de la encarnación, que penetra la realidad del fenómeno cristiano, no solo como una Iglesia diciente, sino viva: depositado en el seno de la Noosfera por la aparición histórica de Cristo- Jesús, que sostiene la masa ascendente del mundo. El punto Omega está allí en el foco del vértice humano-cósmico, Crístico y divino (pp. 145-147)


Por definición, por principio, la función distintiva de la Iglesia es la de saber y poder cristianizar todo lo humano en el Hombre.


Por qué la iglesia resulta tan impotente (teniendo una superioridad de beneficencia y de entrega) para ganarse a las masas obreras... Sencillamente, diría yo, porque a la magnífica caridad cristiana, para convertirse en “definitivamente activa”, le falta en la hora presente esa dosis sensibilizante de fe y de esperanza humanas, sin las cuales -fe y esperanza-, de hecho y por derecho, ninguna religión puede aparecer ya al Hombre más que como insulsa, fría y no asimilable (El porvenir del hombre, p, 120)


Pierre Smulders, S. J “Tal es, pienso, el sentido de la divisa que Teilhard sitúa en 1934 en el exordio de Comment je crois: Creo que el universo es la Evolución; Creo que la Evolución va hacia el Espíritu; Creo que el Espíritu acaba en lo Personal; Creo que lo Personal supremo es el Cristo Universal” (La visión de Teilhard de Chardin. P. 155)



Voluntad de acción efectiva


La iglesia no puede permanecer en un sueño, tiene que moverse en el ámbito de lo práctico; tiene que moldarse así misma, lo mismo que tiene que moldear el mundo, construirse y construir la humanidad. La iglesia tiene que replantearse desde el mismo orden evolutivo; así como el hombre ha evolucionado la Iglesia también tiene que hacerlo en la historia concreta. “el futuro es una cuestión de fuerza de voluntad. Adoptar un enfoque futurista es prepararse para la acción”[4]


Claude Cuénot en su libro ciencia y fe saca una expresión de Chardin en el medio divino (p. 59) que dice,


La gran objeción esgrimida contra el Cristianismo en nuestros tiempos, y el verdadero origen de la desconfianza que hace impenetrable a la influencia de la Iglesia a bloques enteros de la Humanidad no tiene nada que ver con dificultades históricas o teológicas, sino con la sospecha de que nuestra religión hace inhumanos a sus seguidores (p. 14)


El cristianismo parece tibio tirando a frio, parece que hubiese tomado un descanso, ya no se admira el universo, no hay asombro por las cosas de Dios, existe una crisis del Espíritu. El mundo por esto grita una consigna que puede ser verdadera: la religión hace a los hombres perezosos, miedosos y menos humanos. El Cristianismo deshumaniza. Por esta razón Teilhard pasa de una visión cósmica a una visión de cosmogénesis, de lo estático a lo cíclico, y comienza a realizar una vinculación total entre la soteriología y lo cosmológico. Todas las propiedades cósmico-universales de Cristo (incluida la preexistencia) operan solo en virtud de su encarnación- resurrección.


Teilhard nunca dejó de seguir la eterna lección de la Iglesia, siente en ella con su historia, y aclara que el esfuerzo es cristificador y un don comenzado; el hombre de por si tiene unas continuas metamorfosis, pero nunca puede dejar de pensarse desde dentro como desde fuera. Para encontrar la Iglesia, primero existe la necesidad de encontrarse con Cristo y al estar con él la verdad se hace patente en la realidad del mismo hombre



BIBLIOGRAFÍA


  • Bueno Laguna, Marino. (2003). Tesis Pierre Teilhard de Chardin: derivaciones filosóficas de la teoría de la evolución. Lima: Universidad San Marcos.

  • Smulders, S. J., Pierre. (1967). La visión de Teilhard de Chardin –problemas teológicos de actualidad-. Bilbao: Desclée De Brouwer.

  • Bernal Parra, Fernando. (2010). La búsqueda del absoluto en el mundo. Medellín: UPB.



Obras de Teilhard de Chardin:




  • Escritos del tiempo de Guerra, (1916-1919). Madrid: Taurus.

  • Himno del universo –la misa sobre el mundo-, (1967). Madrid: Taurus.

  • El medio divino, (4° ed. Febrero de 1965). España: Taurus.

  • Yo me explico (2° ed. Abril de 1969). España: Taurus

  • La Activación de la energía, (2° ed. Octubre de 1967). España: Taurus

  • El corazón de la materia, 1950

  • Lo Crístico, 1955

  • El porvenir del hombre

  • El fenómeno humano, 1963.





[1] Note pour servir á l¨Evangélisation des temps nouveaux, 1920, p.2.


[2] Carta del 15 de abril de 1953, en Cuénot, pp. 477 s.; cfr, Oeuvres V p. 267, 1947: PH, 331, etc.


[3] Es una perspectiva leída desde Lo Cósmico, Lo Humano, Lo Crístico y Lo femenino


[4] Prospective, Paris. “presses Universitaires de France”, N 6, 1960, Pág. 13.


 
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